Son muchos los efectos de una mala rutina del sueño, algunos problemas para dormir se perciben rápido y afectan al corazón. También pueden causar irritabilidad o el deterioro del rendimiento en el trabajo. Sin embargo, también puede tener efectos muy perjudiciales en la salud física, pues hace que aumente el riesgo de sufrir enfermedades como la obesidad, la diabetes o enfermedades del corazón.
Un 30% de los españoles duerme entre cuatro y seis horas al día. Así lo recoge una encuesta realizada por la Fundación Española del Corazón, en la que también se destaca que 6 de cada 10 asegura tener somnolencia a lo largo del día.
Los estudios asocian largos períodos de privación del sueño con un incremento de la frecuencia cardíaca, mayor presión arterial y mayores niveles de ciertas sustancias químicas relacionadas con la inflamación, lo que puede dar a nuestro corazón una carga extra que soportar.
El impacto de la apnea del sueño
Un mal descanso puede tener muchas causas, pero una de las más comunes y con un impacto directo en la salud cardiovascular es la apnea del sueño. La apnea grave, aquella que se da cuando el paciente padece 30 apneas o más por hora, es considerada un factor de riesgo para la hipertensión, que a su vez es un importante factor de riesgo cardiovascular. Por lo tanto, tratar la apnea del sueño se convierte en imprescindible para tratar la presión arterial del paciente.
Al ser un trastorno que ocurre durante el sueño, puede ser difícil de detectar por uno mismo. Si notamos que por el día estamos cansados, irritables o que no rendimos suficiente, podemos acudir al médico para que nos realice un estudio del sueño que confirme o descarte la apnea. Incluso sin cansancio, si dormimos acompañados, unos ronquidos excesivos o paradas nocturnas son señales de posibles apneas.
La importancia de los hábitos de vida saludables
No dormir bien altera las funciones más elementales del proceso de la enfermedad cardiovascular. Para mantener una buena higiene del sueño, no solo es importante dormir entre 7 y 8 horas diarias. El descanso no tiene que ver solo con la cantidad de horas, sino también con la calidad. Para ello, la Fundación Española del Corazón ofrece una serie de recomendaciones para seguir hábitos de vida saludables:
- Mantener horarios regulares: el cuerpo busca acostumbrarse a una rutina y es importante, en la medida de lo posible, intentar mantener siempre la hora de acostarse y la hora de levantarse en un horario fijo.
- Realizar ejercicio físico, pero no a última hora: el ejercicio es muy beneficioso para nuestra salud, también para nuestra higiene del sueño, pero es importante que no lo hagamos justo antes de irnos a dormir. Hacer ejercicio minutos antes de dormir eleva nuestra temperatura corporal y puede hacernos difícil conciliar el sueño.
- Evitar alimentos y bebidas azucaradas o con cafeína: tanto el azúcar como la cafeína son sustancias estimulantes que activan nuestro sistema y que, por lo tanto, consumidas antes de acostarnos nos hacen difícil conciliar el sueño. El cacao puede ser otro alimento estimulante a evitar.
- No tomar alcohol las horas previas a acostarse: si bien el alcohol puede hacer que nos durmamos rápidamente, provoca que la calidad del sueño en sus diferentes etapas sea de mala calidad y, por lo tanto, puede causar que nos levantemos sin haber descansado lo suficiente.
- No cenar cantidades muy grandes, al menos, dos horas antes de dormir: la digestión es un proceso que necesita tiempo y, además, el tipo de alimento importa: una cena que incluya quesos curados, platos precocinados, legumbres o carne roja puede hacerse pesada y perjudicar la calidad de nuestro sueño.